Nunca, por nada ni por nadie.
Quizá aún no te conoces lo suficiente y entonces te cuesta ponerle nombre pero seguro que en muchas ocasiones notas como un malestar cuando haces algo que no va contigo, que no deseas realmente, que te piden los demás y no sabes decir no, estás en un lugar en que sientes que “no pintas nada”, te acuestas con un nudo extraño en el pecho, en lugar de ilusión sientes obligación con esas citas en tu agenda… y así un largo etc que no acabas de saber por qué pero te hacen sentir incómoda.
En esos momentos sé honesto/a contigo y pregúntate si eso es lo que deseas, si te mueves por tí o por los demás, si es una realidad que debes cumplir o es obligación impuesta, si lo haces desde el corazón y el amor o desde la mente y el deber, si estás actuando acorde a tus valores o a los de los demás. En esos momentos de sentirte mal puede que estés actuando en contra de tí mismo/a y de tu esencia. Y eso genera malestar.
Hay momentos que no es fácil actuar completamente como nos gustaría. Vivir en sociedad, en familia, implica tener que acatar unas normas que nos guían, en teoría por el bien común, (recuerda que tu libertad se acaba cuando entras en la del otro) aquí hay mucho debate pero cierto es, y no hay más que mirar como es el ser humano por naturaleza, que necesitamos esas normas. En esos momentos debemos actuar muchas veces en contra de nuestros valores pero en algunos ámbitos, por ejemplo como el laboral, podemos decidir buscar otros caminos. Si no lo hacemos, también estamos tomando una decisión y será porque hay un valor oculto que nos aporta el beneficio de continuar así.
En la vida no tenemos las riendas al 100% pero tenemos mucho más poder del que creemos, o queremos creer porque no es fácil aceptar que somos responsables de nuestra propia historia. En todo caso, no siempre decidimos lo mejor para nosotros por el motivo que sea y está bien también mientras seamos conscientes de ello y así no optemos por el papel de víctima o resignación. No es lo mismo aceptar que resignarse.
Pero siempre, sea lo que sea, intenta hacerlo desde tu esencia, intenta aportar desde tu corazón entendiendo el motivo de tu pasos y amando cada proceso. Tú eres un ser único y tu esencia es única. No te olvides de ti, incluso cuando lo haces por los demás recuerda que lo estás decidiendo tú y por tanto lo vas a hacer desde tu YO más puro poniendo tu particular manera de hacer y con la satisfacción de que nadie lo haría como tú. No permitas que los juicios de los demás escondan esa esencia, no permitas que lo hagan tus propias autocríticas.