Ha sido un fin de semana maravilloso y necesario, diferente a los últimos tiempos, intenso, emotivo, sin parar en casa, varios planes en poco tiempo y priozando parte de mis valores para este año: Diversión, paz mental y autocuidado.
¿Eso qué significa? pues hacer algo que hacía mucho que ni me permitía ni me apetecía ni sentía y no me daba cuenta de cuánto lo necesitaba y ahora es una de mis brújulas en la vida: la diversión. Si no me divierte, no lo quiero. No hace falta que me haga reir a carcajadas, no va por ahí. Habrá cosas que no me encante hacer pero si el fin es la diversión también me vale.
No me había planteado nunca la diversión como un valor, objetivo o finalidad. Evidentemente intentaba divertirme al hacer las cosas pero realmente no era algo que tuviera identificado como necesario. ¡Y cuánto me hacía falta!
Creo que es algo casi obligado porque ¿si no te sientes bien haciendo algo, para qué hacerlo? parece simple ¿verdad? es simple pero es algo a lo que no le daba valor hasta que empecé a darme cuenta de lo triste que era no estar divirtiéndome ni a rasgos generales ni en momentos concretos.
Por otro lado, un fin de semana como este, significa cuidarme y hacer lo que de verdad me apetece en cada momento, eso me dará paz mental porque no quiero volver a hacer cosas que no quiera o sienta solo por obligación o compromiso. Coherencia. Eso que me faltaba en la vida, me atrevo a decir como a una gran mayoria pero nadie quiere verlo. Predicamos una cosa y actuamos diferente y no veía que yo hacía lo mismo con mis necesidades.
Cuando te das cuenta de tus valores y necesidades y actuas acorde a ello es un antes y un después.
Hacer lo que quiera y con quien quiera. Momentos maravillosos